miércoles, 13 de julio de 2016


EL OLVIDO QUE SEREMOS ¿QUE TIENE DE ESPECIAL?
Hace poco tiempo quise implementar el habito de la lectura, darme la oportunidad de empaparme de autores colombianos y dejar a un lado la lectura comercial que nos agobia a los jóvenes hoy en día, que solo es más y más de lo mismo, inspirada en mi profesor de la universidad, quien logro contagiarme su interés por la lectura sin el tener las más mínima intención de hacerlo. Así fue como llegue a esta novela "El olvido que seremos" del autor colombiano Héctor Abad Faciolince, (y que sin saberlo, días después tendría que leer por motivos académicos). La cual es una obra deslumbrante en donde se desarrollan dos situaciones en contextos completamente diferentes pero que le ocurren al mismo individuo. Por un lado tenemos a un hombre casado, padre de 6 hijos, docente de la Universidad de Antioquia, médico de profesión, especializado en salud pública, quien tiene una familia feliz, unida, llena de vida, con una forma de educar a sus hijos poco común para la época e incluso en la actualidad. ¿Su metodología? El amor que impregno en cada uno de sus seres queridos, entre ellos, su único hijo varón, quien tanto lo amo y quien fue el quien escribió esta obra.

Por otro lado en la época de los 60 tenemos un país lleno de violencia intensa, que dejo como consecuencia aparte de muchas muertes y dolor, la naturalización de la misma que en la actualidad tenemos los colombianos, donde cada acto de maldad solo es un hecho más, que no conmueve o por lo menos no lo suficiente como para impulsarnos hacer algo. Pero había esperanza porque aunque pocos, habían personas que nos les importaba morir en la lucha de cambiar esta sociedad llena de injusticia, entre ellas, Héctor Abad Gómez, padre del autor, que lucho cada segundo de su vida por los derechos humanos, descubrió que los niños morían de fiebre tifoidea porque el agua que era de consumo en Medellín no le echaban cloro, y no satisfecho con esto logro la construcción de acueductos para que este líquido vital llegara a cada rincón de la ciudad, con un pensamiento liberal, no hacían más que tacharlo de delincuente y revolucionario cuando en realidad le puso el pecho a la discrepancia.

Me atrevo a decir que se desarrollan dos situaciones en contextos completamente diferentes pero que le ocurren al mismo individuo haciendo referencia a Héctor Abad Gómez, porque este hombre cuando está en su hogar se encuentra en un estado de paz, donde todo está en armonía y el amor es la filosofía de su familia. Pero pone un pie afuera esto se transforma, se encuentra con la cruda realidad de nuestro país, a la cual el no teme y en lugar de buscar refugio en su hogar, sale con la frente en alto a luchar en paz y a cambiar mentalidades.
Al leer esta novela, me llevo a realizarme un arduo cuestionamiento sobre la historia de este país,  por ejemplo ¿Por qué las personas eran asesinadas por pensar diferente? ¿Por qué sucedía en una sociedad democrática, abierta y pluralista? ¿Dónde estaban los encargados de hacer justicia? ¿Por qué las personas no pensaban en los demás? ¿No había amor en sus corazones? ¿Hasta qué punto iban hacer capaces de pasar por encima de los demás para lograr intereses personales? ¿Tiene algún sentido esta guerra? ¿Por qué no había mas como Abad Gómez, o incluso como Abad Faciolince, que no se quedó callado?  Y las posibles respuestas solo lograban entristecerme, y ese fue el claro objetivo de esta novela, lograr tocarnos el alma, que sintiéramos cada palabra como si nos pasara en carne propia, reflexionar sobre las tristes y desgarradoras muertes que por más homenajes no lograran regresarnos a estos personajes, gracias a Dios, no de ficción.

Hasta cuándo tendremos que continuar con la indiferencia, con la capacidad de dejarnos pisotear por quien sea, cuantas muertes más tienen que suceder para que luchemos, pero más que todo esto sería mejor decir cuándo vamos a educar a nuestros hijos para que aprendan a compartir con cada niño que se encuentra a su alrededor, para que de jóvenes sepan aceptar a cada persona de su entorno, una vez siendo adultos sepan justificar y luchar por sus principios pensando primero en las repercusiones, siendo personas integras con la capacidad de replicar lo aprendido a sus hijos.